Probablemente, hace varios años atrás ser un profesional destacado suponía, básicamente, dominar los conocimientos propios de la profesión. En el caso del Derecho, los abogados más encumbrados eran aquellos que lograban combinar la solvencia académica, la eficiencia laboral y, por supuesto, la ética profesional. En esencia esto no ha cambiado, estos tres elementos siguen siendo la columna vertebral de quien pretende construir una marca personal potente; no obstante, ya no son suficientes para lograr una significativa ventaja frente a la competencia.
Desde hace algún tiempo observamos que, no en pocos casos, abogados con sólidos conocimientos y alta productividad no obtienen el reconocimiento esperado si comparamos sus resultados individuales en relación con aquellos que sí gestionan, o gestionan mejor, su marca personal. Ojo, con ello no queremos decir que quien gestiona su marca personal es mejor abogado que aquel que no lo hace; lo que decimos es que el primero logrará, sin duda, un mejor posicionamiento que el segundo, en la medida que ello depende de la exposición y difusión de su actividad profesional.
Recuerda que el posicionamiento es la opinión que tienen los demás de ti. Nunca podrás controlarlo al 100%, pero sí podrás trabajar seriamente para procurar que sea el mejor posible, según tu propia visión. |
Todo esto nos lleva a la primera idea: los tiempos han cambiado. Los cambios a nivel de la globalización, la tecnología y su uso en la vida diaria, la comunicación, la organización de las empresas, el perfil de los nuevos clientes -cada vez más exigentes- y, por supuesto, la sobreoferta del mercado laboral hace que los abogados, como todos los demás profesionales, deban considerar nuevas formas, canales y espacios de visibilidad que les permitan erigirse como los expertos indicados para asumir la defensa de determinados intereses.
En este punto hace su ingreso el marketing. Cuando hablamos de posicionamiento, de desarrollo de gestión de marca personal o empresarial, de plataformas de comunicación como la web y las redes sociales, cuando establecemos metas realistas y medibles orientadas a lograr mayor visibilidad o rentabilidad, cuando trazamos un plan de exposición en medios, cuando generamos campañas tanto off como on line, cuando nos preocupamos de nuestra imagen, cuando nos enfocamos en crear y fortalecer el networking -red de contactos profesionales-, cuando trabajamos en la generación de contenido de calidad para crear una comunidad, cuando prestamos atención a todos los detalles de nuestra comunicación, en especial si va dirigida al cliente, en buena cuenta, cuando hablamos de crear valor planificado y orientado a nuestros objetivos de corto, mediado y largo plazo estamos hablando de marketing.
Esto último es sustancial para entender qué pasos seguir a fin de lograr un adecuado posicionamiento. Y es que no solo existe desconocimiento sobre toda la gama de herramientas que se pueden emplear para obtener la visibilidad deseada, sino que, además, hay una evidente ausencia de visión estratégica. Veamos algunos ejemplos:
- Es el caso de abogados interesados en trabajar su posicionamiento como expertos y, sin embargo, no cuentan con una web personal y un blog especializado en el que publiquen de manera constante y periódica sus opiniones fundamentadas sobre temas de interés de su área de desempeño, limitándose a colocar algunos comentarios en sus redes sociales, lo que termina siendo tan efímero como su imagen de conocedores de la materia.
- Asimismo, no es poco usual observar que algunos abogados comparten en sus redes sociales gran parte de su día profesional, con la intención de posicionarse como profesionales eficientes frente a sus pares, pero cuyas publicaciones, si bien dan cuenta de una agenda ocupada, no proyectan logros contundentes, y es que debemos considerar que estar ocupados no equivale a ser productivos.
- O, abogados interesados en asumir determinados casos, pero que de manera constante tienen apariciones en programas o espacios de medios de comunicación que se orientan a un público diferente del que esperan que sea su potencial cliente. Así, vemos que no se trata de la acción por la acción, sino de actuar con visión estratégica. Esto por citar algunos ejemplos.
En este punto podrías estar preguntándote, ¿por dónde empiezo a trabajar mi posicionamiento? El punto de partida siempre será tu Plan de Marketing. Antes de crear nada es importante que respondas 4 preguntas a las que llamaremos tu base:
- ¿Cuál es el resultado de mi FODA personal y profesional? Es decir, ¿cuáles son mis fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas?
- ¿Qué me distingue o cómo me quiero diferenciar? Identifica tu propuesta de valor.
- ¿Quién es mi cliente ideal?
- ¿Cuáles son mis objetivos a corto, mediano y largo plazo?
Tu plan de acción puede incluir muchos más aspectos, por ejemplo, definir si tu primera meta es la visibilidad o la rentabilidad, si quieres posicionarte de cara a tus colegas para alianzas estratégicas o si lo que buscas es tener más clientes, si prefieres posicionarte con un perfil orientado más al litigio o a la vida académica. Son varios los temas por considerar, así como varias las herramientas y tareas que se identificarán a partir de los objetivos que definas como prioritarios. En cualquier caso, tienes dos tareas: primero, parar un momento en medio de tu agitado día a día para reflexionar sobre cómo estás permitiendo que se construya tu posicionamiento; y, segundo, responder las preguntas base de tu plan. A partir de allí podrás seguir construyendo sin estar a ciegas.